Probando el nudismo

Esa tarde, como muchas otras, había ido a nadar al lago. Casi siempre estaba sólo, pero ésta vez un desconocido que estaba paseando por allí le había visto y se había acercado a curiosear y a charlar con él.

- Este sitio es muy tranquilo. ¿Nunca has hecho nudismo?
- No... nunca.
- ¿Por qué no pruebas ahora? Total, no hay nadie por aquí.
- Bueno... estás tú jeje.
- Jajaja ¿te da vergüenza de mí? Venga, si somos hombres los dos, tenemos lo mismo.
- No sé...
- Te aseguro que la sensación de nadar desnudo es genial. Además, puedes aprovechar que hoy estoy yo y te puedo guardar la ropa mientras nadas, así no la pierdes ni te la roban.
- No había pensado en eso...
- ¡Venga, anímate!
- Vale... Pero si ves que viene alguien me avisas y me pasas rápidamente el bañador ¿de acuerdo?
- ¡Muy bien!

 El chico se quitó su bañador bajo la atenta mirada del desconocido. Dudó al entregárselo, ¿de verdad estaba haciendo esto? No sabía cómo se había dejado convencer. Aquel hombre parecía tan seguro de sí mismo, le resultaba seductor. Su forma de hablarle le había hecho sentir seguro y protegido. Pero, ¿podía confiar en alguien que acababa de conocer?

Mientras el chico dudaba, sumido en sus pensamientos, el hombre agarró el bañador y se lo quitó de la mano. En el fondo el chico se alegró, pues, de alguna forma, se sentía liberado. Ya no había lugar para dudas, el desconocido había decidido por él.

- ¿Ves qué bien, así desnudito? - dijo sonriendo.

El chico sonrió tímidamente. Estar completamente desnudo frente a alguien vestido le hacía sentir vulnerable, pero también excitado. Se lanzó al agua, mientras una erección crecía en su entrepierna.